Los amantes de Teruel (II)
Los amantes de Teruel (detalle), 1884
Óleo sobre lienzo
330 x 516 cm Museo del Prado, Madrid |
El interior de la iglesia está muy oscuro. Apenas
se distinguen los rostros de los familiares que permanecen inmóviles velando
al cuerpo. En la zona central, y más
iluminado que el resto de la composición, aparece el joven Diego Juan Martínez de Marcilla. Está amortajado y vestido
con su uniforme dentro de una caja de madera sobre catafalco de bronce dorado. Pero
lo que más nos impresiona es ver sobre él la figura de Inés, vestida aún
con su traje nupcial.
Después
del rechazo que sufre el joven Diego, este cae muerto en el suelo de la Iglesia donde esa misma mañana se había celebrado la
boda de su amada Inés de Segura. Durante el velatorio, Inés se acerca al féretro e, impulsada por el eterno amor que se
procesaban los amantes, esta besa por fin los labios de Diego, tras cinco
largos años de espera para el regreso de su amado. Pero el dolor y el sufrimiento
por su muerte son tan grandes, que la joven muere después de apartar los labios
de su amado.
Nadie se percata de la situación. Los dos
amantes ya se han unido, pero en la muerte. Nada cambia a su alrededor. Las personas
del fondo siguen mirando y contemplando la escena de los dos enamorados ajenos a
lo que acaba de ocurrir. En su caída, Inés tira al suelo las flores y los
cirios que rodean al féretro. El cirio, aunque todavía humea, ya se ha apagado.
Sus vidas, como la del cirio, acaban de apagarse juntas.
Degrain capta perfectamente la dulzura de los rostros, el anhelo y el descanso eterno de los amantes que, por fin, se han reunido como años atrás pactaron. Ya han cumplido su promesa: reencontrarse y
permanecer siempre juntos, aunque esta vez, bajo el velo de la muerte.
¡Un abrazo a tod@s!
:O
ResponderEliminarSimplemente maravilloso...
Muchas gracias Andrea por tu tiempo y dedicación!!
EliminarUn saludo!!!!!!!