Goya: "Las viejas" o "El tiempo"...
Las viejas o El tiempo, 1810-1812
Óleo sobre lienzo
181 x 125 cm
Palais des Beaux-Arts, Lille
|
Hoy os traigo una imagen muy curiosa de uno de
mis pintores preferidos: Francisco de
Goya. Su obra Las viejas es una de las imágenes que, junto con Maja y celestina y Majas al balcón, formaron parte de la galería española de Luis Felipe
en 1838. En todas ellas el tamaño de los personajes es el mismo e, incluso, se
ha llegado a saber mediante radiografías que estos cuadros habían sido pintados
sobre lienzos anteriores de unas texturas
muy gruesas <<símbolo por el que se consideraba que el pintor era un mediocre>>.
Es decir, Goya quiso aprovechar varios lienzos antiguos de pintores de menor
calidad para hacer estas obras y, por eso, bajo Las viejas se encuentra
una Crucifixión (en la parte
superior), una Resurrección (a
pequeña escala) y otro personaje superpuesto que no está bien identificado. ¿Podríamos formar una especie de tríptico de connotación moral y
social, si reunimos estas tres obras?
Comencemos, pues, con el análisis de Las
viejas (aunque también aparecen en el inventario de 1812 bajo el nombre de El Tiempo). Con esta obra, Goya
quiso ir más allá que en su Capricho nº 55 (Hasta la muerte) a la
hora de representar la coquetería femenina. En ambos trata el mismo tema: el paso
del tiempo.
El rostro de la mujer que está en
primer plano aparece demacrado, arrugado y fatigado por el transcurrir de los
años. Sin embargo, el afán y el ansia por verse atractiva y femenina hacen que
esta mujer se presente en sociedad casi como un esperpento: lleva una gran
cantidad de maquillaje, va ataviada con ropa de baile y
luce lujosas joyas (aquí vemos como lleva la flecha de amor entre sus cabellos, como lo hacía la reina María Luisa). La vieja de tez oscura y desdentada le acerca un espejo en
cuyo reverso aparecen dos palabras: “Que
tal?”. La muerte, oscura, vieja y desdentada, pretende mostrarle de frente la
cruda realidad a la mujer demacrada.
Esta es la pregunta trampa del tiempo.
La muerte y el Tiempo acechan a esta mujer que posa ante un espejo convencida
de gozar la plenitud. En el fondo, y sin perder a las damas de vista, aparece un viejo
con alas y aspecto descuidado que porta una escoba a modo de guadaña: es el
dios Kronos, el símbolo del Tiempo.
La mujer anciana que luce sus mejores
galas se recrea inocente delante del espejo. No sabe que tiene a su lado y como
compañeros a la propia muerte y al Tiempo. Ambos están burlándose de ella, ambos
están jugando con el fino hilo de la vejez, la decadencia y el sufrimiento…
¡Un saludo a tod@s!
Comentarios
Publicar un comentario
¿Qué os ha parecido, chic@s? :)