¿Conoces la Sacristía del Monasterio de Guadalupe?
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Sacristía del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, Cáceres |
La llaman “reina de las sacristías de España" o “la Capilla Sixtina española” y no es para menos.
Al cruzar sus puertas, nuestro aliento se “entrecorta” y la respiración
se nos hace muy débil, cada vez menos perceptible... De repente, notas que tu boca y tus ojos se han abierto de par en par mientras en tu cabeza solo asoma
una pregunta… ¿Estaré soñando...?
Sobre
una superficie de planta rectangular del siglo XVII -de 17,65 metros de longitud y 7,70 metros de
ancho- se dispone una exquisita ornamentación a base de mármoles, pinturas al
temple en paredes y bóveda, espejos y, sobre todo, los magníficos lienzos que
el maestro extremeño Francisco de Zurbarán realizó, expresamente a medida, para
este espacio.
Adentrado el mes de febrero del año 1639, fray Juan de
San José, procurador del Real Monasterio de Guadalupe, otorga el
poder para que se le encargue a Francisco de Zurbarán las pinturas de la sacristía del
monasterio. En el contrato, se especificaba que el pintor del Rey y “pintor de ymaxinería al olio” se
obligaba a hacer siete lienzos de religiosos hijos del convento, de iguales
medidas cada uno: tres varas y media de alto y dos y media de ancho, por un
importe total de 7.350 reales.
Los padres que aparecen
representados en los lienzos, servirían como ejemplo para la adoctrinación de los
novicios del convento, ya que, siguiendo sus correctas actitudes, estos
alcanzarían la salvación divina. El Recogimiento y clausura de la celda con Fray Gonzalo de Yllescas, el
Silencio con el padre Pedro de Salamanca o La Caridad representada por el
Fraile Martín de Vizcaya repartiendo limosnas, son algunos de los magníficos
ejemplos de esta colección pictórica.
Pero, si alzamos la vista hacia la bóveda, veremos una elegante decoración
de estilo barroco y frescos dedicados a la vida de San Jerónimo (Patrón de la Orden
que regía en esos momentos en el monasterio). Por último, al adentrarnos en el tramo final de la sacristía, observamos
con admiración la Apoteosis de San Jerónimo, conocida también como “la perla
de Zurbarán” y que pone el broche final a este bellísimo espacio.
Nosotros, simples espectadores, nos quedamos absortos y sin argumentos,
mientras contemplamos la belleza y la magia de aquel lugar; mientras, guiados por ese halo de misterio y serenidad, descubrimos los entresijos
y nos adentramos el corazón del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe…
¿Continuamos
hasta el final?
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