Van Dyck: El baño de Susana...
El baño de Susana, 1621/1622 Óleo sobre lienzo 194 x 144 cm Alte pinakothek, Bayerische Staatsgemäldesammlungen, Múnich |
Tras su viaje por Italia y después de
tomar contacto con las obras de Tiziano y Giorgione, Van Dyck decide regresar a
su ciudad natal, Amberes, donde por fin será colmado de gloria y honores.
De su paso por Venecia, el pintor alcanza la madurez artística, incluyendo en su
estilo los colores profundos y luminosos característicos la pintura
veneciana. Esta nueva forma de pintar la realidad la vemos reflejada en El baño de Susana, donde el fuerte rojo
que elige para dar color a la túnica de la joven, contrasta con los tonos
oscuros y sombríos de los dos viejos.
El tema elegido para esta ocasión es
un pasaje del Libro de Daniel –siglo
III a.C.- en el que se relata la
historia de Susana, la joven y bella esposa de un rico judío, que es espiada por dos jueces ancianos mientras se desnuda para tomar un baño con
especias y aceites. Cuando ella se percata de la presencia de los hombres a su espalda, intenta huir de ellos pero ya
es demasiado tarde: los dos viejos han sucumbido a la sensualidad de su cuerpo desnudo y
al fino aroma de su piel. Durante el forcejeo
en el bosque, Susana se enfrenta a ellos intentando detenerles y pidiendo al cielo ayuda
divina que la salve de esta trágica situación:
«Sé que, si hiciere esto, muerte es para mí; y que, si no
lo hago, no escaparé de vuestras manos. Más bello, sin embargo, para mí, caer
en vuestras manos, no habiendo hecho esto, que pecar ante el rostro del Señor...» —Historia de Susana [Daniel 13], Versos 22-23.
Después de la afrenta y, tras
sentirse rechazados por la joven, los viejos deciden castigarla públicamente acusándola
de adulterio. Solo bastaron sus palabras para que todos creyeran el falso testimonio:
habían visto a Susana, la esposa de Joaquín, en un vergel acompañada de otro
hombre que no era su marido…
Las claras y vibrantes tonalidades de la
túnica y el cuerpo de Susana, junto con
los rostros de los viejos amenazantes, hacen un magnifico contraste con el
paisaje oscuro y tenebroso que aparece en el resto del cuadro. Van Dyck, al
igual que Caravaggio, quiere que el espectador centre toda su atención en la
escena y se olvide del resto. No importa qué sucede alrededor de los
protagonistas, lo verdaderamente importante está en el centro y destacado con
una fuerte luz. Ahora, con este sencillo esquema, Van Dyck nos ha convertido en
testigos de este dramático suceso…
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