Jean-Auguste-Dominique Ingres...

Jean-Auguste-Dominique Ingres

Tal día como hoy, el 29 de agosto de 1780, nacía en Montauban (Francia) el pintor neoclásico Jean-Auguste-Dominique IngresDespués de trabajar en el taller de Jacques-Louis David y convertirse en su más destacado discípulo, consiguió el Prix de Rome <<máximo galardón que un artista podía recibir, otorgando a los ganadores el reconocimiento y la ansiada fama mundial>> con su obra Aquiles recibiendo a los embajadores de Agamenón.

Posteriormente viajaría a Italia donde quedó fascinado por la obra de Rafael. Pero a su regreso a París, ciudad donde residía y en la que descansan sus restos mortales, decidió abrir un estudio de pintura <<bastante concurrido>> para trabajar como retratista de la alta burguesía y de la nobleza francesa de aquella época.

 De entre sus numerosas y afamadas obras como El baño turco (1862), Gran bañista o la bañista de Valpinçon (1808), La fuente (1856), Edipo y la esfinge (1864), Madamme Moitessier (1856), etc, he elegido La gran Odalisca (1814)  como ejemplo de su maravillosa creación.


Ingres, La Gran Odalisca
La Gran Odalisca,1814
Óleo sobre lienzo
91 cm x 162 cm
Musée du Louvre, París


Esta obra fue encargada por la reina de Nápoles, Carolina Murat, y formaría pareja con otro desnudo posterior. La gran Odalisca fue expuesta en el Salón de 1819, recibiendo numerosas críticas por la utilización de una paleta cromática bastante simple y monótona. Además de esto, los críticos también alegaron que se trataba de un dibujo anatómico bastante forzado y de una postura incomoda, algo que producía una extraña sensación al contemplar la figura femenina. 

Pero, contra todo pronóstico, hoy en día está considerado como uno de los desnudos femeninos más importantes de la Historia del Arte pues, el propio Ingres, afirmó más tarde que los “errores” señalados por la crítica habían sido completamente voluntarios. En ella, Ingres muestra la pasividad y la tranquilidad de la figura femenina, cuya voluptuosidad se entremezcla con la densidad que producen las telas. La mujer aparece reclinada en su lecho, para el que utiliza un escorzo muy marcado, pero no importa: la línea que dibuja su cuerpo es de precisión firme y de una gran belleza

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