Joaquín Sorolla...
Joaquín Sorolla, 1908 |
“Me sería imposible pintar despacio al aire libre, aunque quisiera. No hay nada inmóvil en lo que nos rodea. Mira bien: el mar se riza a cada instante; la nube se deforma al mudar de sitio; la cuerda que pende de este barco oscila lentamente; ese muchacho salta para evitar las olas; aquellos arbolillos doblan sus ramas y tornan a levantarse… Pero, aunque todo esto estuviera petrificado y fijo, bastaría que se moviera el sol, lo que hace continuamente, para dar diverso aspecto a las cosas. Aquellas montañas de lejos ya no son lo que eran hace un momento. Hay que pintar deprisa. ¡Cuánto se pierde, fugaz, que no vuelve a encontrarse!”.
J. Sorolla y Bastida
El baño del caballo, 1909 Óleo sobre lienzo 205 x 250 cm Museo del Prado, Madrid |
Amante del mar Mediterráneo y de la
luz de Valencia, Joaquín Sorolla y Bastida nos dejó un legado de más de 2.200
obras englobadas dentro del movimiento Impresionista, Postimpresionista y Luminista internacional. Desde muy joven sintió verdadera devoción por la pintura y, a muy temprana
edad, comenzó a estudiar las obras de los genios del Museo del Prado. Poco después, con la
maleta cargada de ideas, marchó a París donde entró en contacto con la pintura
Impresionista y con artistas tan importantes como Anders Leonard Zorn o John
Singer.
En 1889 y, tras su boda con Clotilde, el
pintor se trasladó a Madrid donde empezó a plasmar en sus lienzos la luz que pasaría a convertirse en la característica indispensable del resto de su producción artística. El éxito fue tan rotundo que, en pocos años,
realizaría exposiciones por toda Europa, Chicago y Nueva York, recibiendo numerosos
premios y acaudalando una riquísima fortuna.
Su pintura de género costumbrista, el realismo
y crítica social, así como su inmensa colección de retratos, hacen de Joaquín
Sorolla uno de los pintores españoles más conocidos en el panorama artístico internacional.
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